Afrodescendientes en Latinoamerica una historia de discriminación y marginamiento que clama por más oportunidades para salir del atraso.
Tegucigalpa, Honduras 12 de julio de 2022.- La designación del afrocolombiano Luis Gilberto Murillo, como Embajador de su país en los Estados Unidos llena de júbilo a toda la afrolatinoamerica.
Y así suele pasar, como ocurrió con Francia Márquez cuando se convirtió en vicepresidenta en la fórmula del actual presidente Gustavo Petro.
También, al anunciarse a Epsy Campbell Bahr como Vicepresidenta de Costa Rica acompañando al presidente Carlos Alvarado.
Para desazón nuestra, ninguna de las tres noticias sucede aquí en este país, en Honduras, donde lamentablemente se profundiza la desigualdad y la falta de oportunidades para la población afrodescendiente.
Expectativa con la presidenta Castro
Había mucha expectativa con la asunción en el poder de la presidenta Xiomara Castro, pero rápido se encargó de demostrarnos que estábamos equivocados.
Es así, como el tratamiento con la afrodescendencia está siendo peor que el recibido del Partido Nacional.
Para los que anotan, hay dos paralelismos, especialmente con Colombia: en primer término, ambos presidentes; Gustavo Petro y Xiomara Castro se presentan como de Izquierda.
Igualmente, toman relevo de dos mandatarios conservadores que vieron con desdén a sus poblaciones negras: Iván Duque y Juan Orlando Hernández.
También, los dos gozaron del respaldo tanto de afrocolombianos, como de afrohondureños respectivamente.
En lo que difieren en su línea de oportunidades a los afrodescendientes. Mientras, el mandatario colombiano puso a Luis Gilberto Murillo, como Embajador en los Estados Unidos en Honduras todo sigue igual, es decir, la discriminación.
Inclusión versus exclusión
En otras palabras, Gustavo Petro, en Colombia, práctica la inclusión y en Honduras, Xiomara Castro aplica la exclusión.
Para citar un ejemplo, en la Secretaría de Desarrollo Social se despidió a 13 indígenas y afrohondureños, sin antes aplicarles las debidas pruebas de idoneidad, capacidad y conocimiento.
Lo que quedó evidenciado con esta masacre laboral es la discriminación racial. Es una violación de los derechos humanos, especificamente en materia de derecho al trabajo.
La estrategia que usaron fue cambiar el nombre de la institución: de SEDIS a SEDESOL, algo que no es suficiente.
Incluso, sigue siendo el mismo titular y los mismos cuadros de mando. Este artificio no superará la inteligencia de los jueces hondureños, tampoco de los internacionalistas.
Y es más, la decisión anterior vino precedida, de tratos crueles, marginamiento y odio. También intimidación, persecución y discriminación. Todas estas cosas producen daños psicológicos y económicos.
En el tema de discriminación racial nacionalistas y libres se toman de la mano. Despidieron a indígenas y afros para incorporar mestizos.
Honduras está muy lejos de Colombia y Costa Rica. En materia de trato igualitario y oportunidades para las afrodescendientes, esos aires aún no llegan a Honduras.
Ahora bien, nos falta mucho por ver, por ejemplo en materia de políticas publicas, inversión y cumplimiento de algunos compromisos como la Sentencia de la Corte IDH, en el caso Triunfo de la Cruz y Punta Piedra, sí lo cumplen sería una maravilla más para este mundo.
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