Choco Lozano anotó el segundo y definitivo gol del Girona a domicilio contra Villareal. Él mismo inicia la contra, acelera al fondo y define con la fineza de un artista plástico.

El inatrapable del Choco Lozano. Que golazo el del hondureño

Tegucigalpa, Honduras 3 de marzo de 2018.- Choco Lozano, tenía una maleta cargada de ilusión, de ganas de hacer las cosas bien, tardó un poco, pero ha valido la pena la espera. Fue con un golazo, por la acción y por la definición. Luego, la celebración, la de siempre, con sobriedad y humildad.
En algo se parece un estadio a una heladería, sí a veces porque te deja congelado con alguna sorpresa. Pero también es cierto que los goles son de varios sabores, el del Choco ha sabido a miel. Ese elemento  dulce que te deja rico el paladar. Choco Lozano entonces le ha servido un dulce a su afición para certificar un triunfo trabajado como todos los del Girona.
A los 79 minutos el Villareal ya perdía 1-0 con gol de Stuani. Todo le salía bien. Villareal estaba al ataque, no contaba con Choco Lozano. En una de esas, justo al 79, Lozano recoge un balón en medio del campo, sitúa a Portu que aceleraba por derecha se la da y sale volando por el centro. Portu era la clave frena y ve a Lozano completamente solo, le sirve y el Choco hace mecer las redes con un inatrapable.

Hay debate sobre si Portu estaba o no adelantado, pero eso poco le importa a Choco Lozano tenía que estar sí o sí. Lo hizo. Atrás quedó una pesada carga. Y como pesaba. Ahora todo pinta diferente, porque algo pasa cuando un delantero supera una sequía.
Es como cuando llueve después de mucho tiempo y florecen las plantas. Todo se pone verde, el color de la esperanza…. Qué más podemos decir, quizá el detalle de que hacía, mucho, mucho no se miraba un gol hondureño en la llamada Liga de las Estrellas, Choco Lozano lo ha hecho y se afilia al selecto grupo de los Yearwood, de los Pecho de Águila Zelaya, Betancourt.
Quizá una más: contra el Barca, Choco Lozano rozó la gloria, en el mismísimo Camp Nou, estuvo a un pelo de celebrar. Pero así se escribieron las cosas en un país donde el gol se saborea más dulce que la miel. Donde la afición te idolatra o te mata. Girona y Choco Lozano se merecen.

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