No es fácil superar el Covid y es peor aún, superar el dolor cuando un familiar o amigo cercano fallece a causa de este virus:
“Todavía lo veo en la casa, todavía creo que es una mentira…”
“Tenía tantos sueños por cumplir, era el orgullo de la familia…”
“No puedo dormir, me levanto pensando en él y llorando por él…”
“Fue un luchador hasta el final, que continuaremos su legado…”
“Quedó esperando la vacuna, quería seguir viviendo muchos años más…”
“Todavía no lo asimilo, yo me morí también, no tengo ganas de nada, vivo el día a día, pero yo ya no estoy aquí”.
Duros testimonios de mis familiares. Se hace un nudo en la garganta. La impotencia nos gana y el ¡maldito Covid! es lo que nos da ganas de gritar. El vacío no se llena con nada. La vida ha pegado fuerte. El sufrimiento de ellos en una cama fue también el de una familia. Es un shock.
En año y medio de esta pandemia, mi familia ha perdido cuatro valientes y notables seres humanos. Personas de bien y llenos de vida, de cuna humilde y trabajadora, ejemplares padres y madres, intachables ciudadanos y profesionales, personajes que se distinguieron por su don de servicio y honradez.
Lidia Andino: ¿Quién nos salvará en noviembre?
El Covid nos ha robado tanto en año y medio, en especial la felicidad. Hay millones de fallecidos a causa de este detestable virus como millones de corazones rotos que solo se aferran al tiempo para recuperarse. ¿Cuánto tiempo? Es indefinido.
Año y medio y la pesadilla continúa…
Desde que todo comenzó en Wuhan a finales de 2019, se han confirmado hasta el momento alrededor de 3,5 millones de muertes en todo el mundo.
Y a esta altura seguimos creyendo en la teoría de que este coronavirus pudo haber surgido en un laboratorio en China.
Ojalá pronto se aclare esta situación y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) como servicios de inteligencia hagan una investigación real, completa y transparente para conocer la verdad de este virus. El mundo lo merece.
OMS: Situación de la Covid 19 en el mundo
El analista del conservador Instituto Hudson Miles Yu afirma que “si esto es una catástrofe provocada por el hombre, creo que el mundo debería pedir indemnizaciones”.
Es lamentable que en Honduras esté avanzando el número de fallecidos por Covid con 40 personas diarias, especialmente la población mayor. La campaña de vacunación en Honduras avanza con retraso y, en año y medio de pandemia solo se han inoculado 55,000 hondureños.
El mal manejo de la pandemia por las autoridades y la precariedad del sistema sanitario nacional es lo que tiene a Honduras contabilizando 11 mil muertes -según la Asociación de Funerarias- incluyendo más de 70 médicos y 38 enfermeras.
Son once mil víctimas que llora Honduras y miles de corazones rotos que ha dejado el Covid porque habrá un antes y después de esta pandemia; donde la vida no se mira igual, donde ha perdido color y sentido y, la lección ha sido demasiado dolorosa y llena de conmoción.
Porque nos han hablado de vivir una nueva modalidad a raíz de esta pandemia, pero es también experimentar la despedida más cruel de nuestros seres queridos que no volvemos a verlos desde que entran a un hospital y no le podemos rendir un funeral honroso.
Eso también deja el Covid, más las secuelas internas que casi nadie habla, como depresión, insomnio, aflicción, desgano, amargura, frustración e impotencia.
No existen palabras ni vacunas para eso. No hay futuro reconfortante. Créalo, no las hay. Solo Dios y el tiempo…
Corazones rotos.
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