Día de la Madre: Mi tía Tomasa y la historia de cómo inventó el casabe saborizado

Tomasa Guity Palacios

Surgió de un accidente: el casabe que iba a vender se le cayó, se hizo pedazos. Para la vendedora había pasado lo peor, ¿Cómo iba a pagar sus deudas? En medio de su tristeza y llanto se le vino una genial idea.  
Tegucigalpa, Honduras 12 de mayo de 2017. – El amor, el sacrificio de una madre, su abnegación y creatividad, no tienen comparación. Por más alta que sea una montaña, una madre la sube con tal de sacar adelante a sus hijos. Siempre tendrá una solución a ese canto amargo que viene de sus pequeños, cuando tienen hambre.
En el Día de la Madre, nos propusimos traer una historia especial. Cierto que todas las madres son una maravilla, pero debíamos escoger una. Hoy es la de Tomasa Guity Palacios, una mujer que lleva 39 años en el negocio de la venta de casabe y pan de coco.
Madre de 6 hijos, Carlos, Eydi, Edgardo, Fabiola, Ela, Héctor y Lucía, tía Tomasa cada mañana se levanta muy oscuro a amasar la harina. No fue a la universidad, pero ha logrado su excelencia en el rubro, producto de lo cual tiene su casa propia, tanto en Tegucigalpa, como en Río Esteban, Colón, su sitio de procedencia.
Cierto día, fue a San Pedro Sula a vender casabe, con tan buena suerte que en la bajada del taxi uno de los paquetes cayó, el casabe se hizo pedazos. Fue un momento lleno de angustia. Necesitaba el dinero completo para la comida de los hijos, para pagar la yuca, compra de útiles escolares y los uniformes. Con todo ese pensamiento se vino la tristeza y las lágrimas.
En el Supermercado Junior, no hallaba que hacer fue entonces cuando vio un balde de mantequilla amarilla y pensó en embadurnar su casabe, enseguida le entró la duda pues solo con mantequilla, no iba a ser rico, ¿Por qué no ponerle ajo?
De regreso en Río Esteban hizo las pruebas “llegando prendí mi estufa, el primero bocadillo lo arreglé y quedó rico, ya luego empecé a venderlo en los buses, la gente en mi pueblo decía que estaba loca.  Le puse mi nombre, luego de que una alumna del Instituto San Isidro me preguntara, si tenía nombre, de una vez le dije que se llamaba Casabe Tomasa”.
Prepara la leche de coco para hacer pan

Quería ser enfermera                     
“Cuando era niña quería ser enfermera profesional porque sirven a la comunidad, pero no habían recurso. Hoy me alegro de ver tantas enfermeras garífunas”, eso es bueno, ayudan a la gente
Para Tomasa el vendedor debe ser presentable en su aspecto, “cuando vendo pan de coco uso mi característica autóctona, mi zapato cerrado, mi vestido garífuna, Hay que sonreír a la gente, decir buenos días, buenas tardes, ser amable. Mientras que para mercadear digo “Llego el pan, Si hay pan”.
Su éxito ha trascendido las fronteras, recientemente estuvo con ella una joven mexicana que vino a aprender a hacer el pan de coco. Pronto Tomasa visitará el México para devolver la visita, muy probablemente esa ciudad sea un excelente lugar para vender casabe saborizado.
Su deseo para las madres solteras y casadas es “que tengan éxito, pensemos en un futuro mejor, trabajen y estudien, porque así tendremos un mejor futuro, démonos a conocer por lo que somos, nuestros valores morales. Una madre jamás debe contestar al hijo, no tengo, no hay”.
Bajo una tormenta, Tomasa se fue a vender casabe a Trujillo. No había buses por lo que optó por  aprovechar irse en una lancha que había llegado a dejar ayuda a Río Esteban. Su familia quedó preocupada.
Llegando a Trujillo se encontró con el periodista Julio Arriola, ella aprovechó para enviar  un aviso a sus hijos. El maestro Arriola muy a su estilo e impresionado por el mal tiempo que había, hizo en Radio Bahía un reporte que todavía resuena en Río Esteban.
“Aquí desde el histórico Puerto de Trujillo informando en vivo, en directo y a todo color, la señora Tomasa Guity Palacios ha llegado muy bien aquí a Trujillo, esa señora tiene más guevos que una iguana”.

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