Honduras. Comunidad garífuna recuerda el segundo aniversario del rapto de cuatro jóvenes de Triunfo de la Cruz, también dos años de indiferencia gubernamental.
Tegucigalpa, Honduras 17 de julio de 2022.- Mañana, 18 de julio, se cumplen dos años de desaparición forzosa de cuatro jóvenes garífunas, dos años también de impunidad y de indiferencia por parte de Estado-Gobierno.
Es una dura marca en el corazon garífuna, un pueblo envuelto en una vorágine de exclusión, marginamiento y discriminación racial.
Concretamente, en la mañana del 18 de julio de 2020, un convoy de tres vehículos pick-up con hombres fuertemente armados llegaron a Triunfo de la Cruz, en el municipio de Tela y extrajeron del lugar a Milton Joel Martínez, Suami Aparicio Mejía, Gerardo Misael Trochez, Albert Snaider Centeno.
Hasta ahora se desconoce el paradero, pese al gran grito de ayuda y exigencia de justicia por parte de la comunidad, especialmente de la Organización Fraternal Negra de Honduras, OFRANEH. No se les escuchó
El gobierno de Juan Orlando Hernández, primero y ahora, en estos 6 meses de Xiomara Castro, han hecho lo mismo, silencio. La impunidad es la respuesta. Una muestra que el Estado responde, según sean las víctimas.
Paradójicamente, mientras los garífunas rememoran el segundo año de ese hecho clave, en Tegucigalpa fueron ajusticiados cuatro jóvenes, entre ellos un hijo del ex presidente Porfirio Lobo Sosa.
Ni siquiera con el acompañamiento de varias organizaciones, algunas internacionales como Amnistía Internacional, que ayudó en el grito, sirvió para que el Estado explicara lo ocurrido con los cuatro garífunas.
A todo esto, el estado de desprotección e indefensión tiene a la nación garífuna con daños conexos. Reina el temor, la angustia y la paranoia.
Solo cuando van a desalojar
En Honduras, la Policía solo acude a las comunidades garífunas a practicar desalojos de sus propios territorios, claro, en contubernio con una justicia torcida y cada vez más degradada.
Vale decir, que la incursión de ese grupo en Triunfo de la Cruz se desarrolló en el marco de una emergencia sanitaria.
Honduras estaba en toque de queda, eran los primeros meses de la COVID 19 y solo se permitía movilidad a los diferentes entes del Estado.
Los lugareños citan que los delincuentes vestían indumentaria con inscripción DPI, es decir Dirección Policial de Investigación.
También, como medida de intimidación hicieron algunos disparos y no solo eso, dejaron al menos una gorra.
Además, Triunfo de la Cruz, por ser una comunidad en conflicto en la tenencia de la tierra, gozaba de medidas cautelares.
En síntesis, esa comunidad debía gozar de la protección de los cuerpos de seguridad. Fue un hecho que no tenía que pasar, pero de todas maneras, debía estar ahí la autoridad para defender al indefenso pueblo garífuna.
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Es más, uno de los raptados, Albert Snaider Centeno, era presidente del Patronato de Triunfo de la Cruz, además miembro activo de la OFRANEH.
Garífunas, las víctimas indefensas
También, el hecho delincuencial sucedió en el marco de una vorágine criminal que asesina a miembros de la comunidad garífuna.
Un recuento del Portal Web de Noticias WA-DANI encontró que para esa fecha casi una veintena de garífunas habían sido víctimas mortales de la criminalidad, la mayoría de esos hechos quedan en la impunidad.
Para más inri, once días después del rapto de Triunfo de la Cruz, el 29 de julio de 2020, fueron también raptados tres garífunas más en la ciudad de San Pedro Sula.
Fueron los jóvenes Osbin Suazo, Jhon Crisanto Batís, la tercera víctima, no obtuvimos su identidad completa, pero trascendió que lo conocían con el mote de Pavón.
Ninguno de los casos fue resuelto. Ni lo de Triunfo de la Cruz Ni lo de San Pedro. Tampoco muchos otros casos de la comunidad garífuna que se suman al proceso de desplazamiento, falta de oportunidades y persecusión jurídica contra defensores de tierra, entre otros azotes por parte del Estado-Gobierno.
Foto principal, OFRANEH
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