“Tengo el mejor trabajo del mundo”, dice Yadira García Premio Héroe Comunitario 2017 otorgado por la USAID

Yadira García y dos de sus alumnas

Tegucigalpa, Honduras. 20 de mayo de 2017.- El sueño de Yadira García era ser enfermera profesional, pero Dios la guió a otra actividad, le ordenó que fuese bibliotecaria desde donde hace un trabajo de alto impacto en la mejora de su comunidad, Corozal, Atlántida.
Trabaja en la Biblioteca Natividad Mena del Barrio Coquito. Ahí hace de enfermera, psicóloga, maestra, consejera, madre, tutora y hasta de defensora de los niños, algo que nunca estuvo en sus cálculos. Es un puesto clave desde el cual  se ven muchas cosas que nadie ve, hablando en términos de problemática social.
A sus 34 años, Yadira ha sido influencia positiva para muchos niños, varios ahora son adolescentes que la miran con respeto y cariño. Algunos de sus niños cuando salen de la escuela primero le enseñan la tarea a ella, antes que a sus padres. La aman porque además con su sonrisa los calma a todos.
Gracias a ese gran trabajo ha obtenido el “Premio del Embajador al Voluntariado: Héroes Comunitarios” en la categoría de Mentor y educador, entregado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
Kennycastillo.com habló con Yadira para conocer sus impresiones: “ Soy bibliotecaria no porque era lo que deseaba, pienso que estaba en el corazón de Dios y es una gran bendición, había estado en organizaciones trabajando por lo niños ya que amo trabajar con ellos”.
Su carrera como bibliotecaria inició con un curso en Comayagua junto a su mentora Mirtha García, “lo tomé luego de que no pude ser enfermera por falta de recursos económicos, solo empecé en la Escuela de Enfermería y me retiré. Mi padre era el único que trabajaba en casa y él era quien me pagaba la escuela”.
 

Yadira entonces se convirtió en asistente de Mirtha, ad honoren. Luego en el 2013 Mirtha emigra para los Estados Unidos y ella asume. Era la oportunidad que esperaba. Todo era bonito, había sido capacitada para ello, había hecho voluntariado, pero todo se torció. Desde la Secretaría de Cultura, le quitan el salario del que gozaba Mirtha. Era un intento por sacarla.
Lista para entretener a los niños de la comunidad. Aquí junto a un hermano de la iglesia.

Pero la Biblioteca era de la comunidad, no del Gobierno. Tras varios intentos del Patronato por conseguirle su salario, no se pudo. Consiente entonces de sus méritos la comunidad la respaldó, se quedó con trabajo, pero sin salario. Fueron meses muy tristes y difíciles.
Su ánimo no cesó, la Asociación Unión Corozaleña en Nueva York  siguió encargándose del pago del local y el Patronato como puede le reconoce algunos centavos y de vez en cuando, pero se mantuvo. Yadira seguía con su compromiso con los niños.
Aún recuerda cuando una emisaria de la Secretaría de Cultura llegó desde La Ceiba para pedirle la llave de la Biblioteca, porque ella quedaba despedida. Había interrumpido un almuerzo para atender el asunto sin saber que esas personas querían despedirla. Humildemente entregó las llaves. Aquello ahora es solo un triste recuerdo, de un instante de derrota.
Siempre cultural

¿Qué es lo que específicamente haces en la Biblioteca?
“Darle información a los niños y atender a todas las personas que llegan. Jamás imaginé que al transcurso del tiempo yo me iba encariñar tanto con los niños que llegan. Surgió que al ver tanta carencia en los niños, que no tenían cuadernos empecé a comprarles. Terminé pidiéndoles a amigos y conocidos que me ayudaran.
Hubo año que en pleno marzo, Yadira detectó a 15 niños que no habían ido a escuela por falta de útiles, ella se encargó, consiguió todo y los niños fueron a recibir el pan de saber.
Uno de sus logros es ver el progreso de muchos niños, algunos que ante sus ojos han aprendido a leer y son aplicados, tanto que ya no es necesario que los vaya a traer de su casa para que hagan sus tareas, «cuando yo llego a la Biblioteca, ellos me están esperando».
“Sin duda tengo el mejor trabajo porque los niños nos enseñan a desafiarnos y ver que podemos hacer cosas que parecen imposibles”.

Pero como en todo, hay momentos de dolor y tristeza, para Yadira García es saber que un niño al mediodía no quiere ir a su casa porque no hay comida. «O que una adolescente me cuente lo que le está pasando en su casa eso me llena de mucha tristeza. También sobre los niños que han emigrado a los Estados Unidos, preguntarle cómo fue el viaje y que contesten con una lágrima en los ojos que no fue fácil».

“El momento más alegre cuando están saliendo de la Escuela y me dan abrazos y me dicen que la tarea que les ayudé le salió buena. Disfruto trabajar en la biblioteca, he aprendido mucho de los niños de Coquito (Barrio de Corozal), los amo son parte de mi vida”.

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