Ir a lo profundo del departamento de Colón es un placer, pero puede ser una pesadilla. A ratos te toca bajar del bus y a empujar con los pies amarillos
Tegucigalpa, Honduras 3 de enero de 2018.- Pies amarillos. Sucede en Colón. Es Navidad y la mayor parte de los pasajeros van desesperados por ver a sus familias. Están todos felices por el reencuentro y hacen planes con sus fiestas y estrenos, además podrán recobrar sus vivencias de la niñez, ellos pasarán un momento genial en sus hogares, pero en cuanto fantasean con su retorno al pueblo, una pesadilla está a punto de ocurrir, el bus se atasca en medio de un mar de barro y por más que el motorista intenta, no lo podrá sacar.
Es una de tantas cosas que pueden ocurrir cuando viajas a lo más profundo de Colón, los habitantes llevan años pidiendo mejoramiento de sus carreteras, pero todo sigue igual, o casi igual. En invierno charcos y barro en verano polvo en cantidad industriales.
No importa en qué tramo se encuentre, después de Limón, casi todo está igual, llueve y comienza la calle a convertirse en algo imposible. Con el aguacero viene la tierra amarilla que nos recuerda que en Honduras sigue habiendo varias capas sociales: aquí están los olvidados. Nadie entiende por qué a estas alturas no es posible tener una carretera digna. Por un momento pareciera que estamos en la década de los 60, incluso más atrás.
La gente no se merece eso, es una condena injustificada, viajan como que se digieran al fin del mundo. Si se trata de derechos, pues aquí no han llegado. La cacareada inclusión duerme el sueño de los justos. Hace mucho tiempo se sabe la importancia de la infraestructura vial, pero alguien insiste en mantener la gente en el barro, como que no fueran dignos.
Pies amarillos
Alguien tuvo la buena idea de grabar y quizá este video deba llegar al cambio de conciencia. En él se miran decenas de hombres empujando un gigantesco bus amarillo, que a su vez es remolcado por otro bus. Los hombres de pies amarillos unen fuerzas para continuar su camino. Por ratos se olvidan que lo hay en juego y empiezan a normalizarlo a través vítores, jolgorio, risas, chistes, no es que eso esté mal. Pero lo que hay detrás es toda una historia de discriminación, marginación y invisibilización contra este pueblo.
Para entenderlo bien habrá que leer a Víctor Hugo con su obra maestra, Los Miserables que denuncia lo mejor y lo peor de las sociedades francesa del Siglo XIX. Debemos negarnos a continuar con la situación así. Deben acabarse los pies amarillos y acabar con todas las circunstancias que nos mantienen abajo. No es justo para este pueblo continuar lidiando con estos caminos. Especialmente porque se han mandado a hacer caminos donde no hay nada, pero sucede que otros valen por otras cosas.
¿A caso nos merecemos esto? ¿Qué tenemos para no merecernos una carretera mejor?
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