Un bicentenario oscuro, la columna de Lidia Andino

Un bicentenario oscuro. Años y años de promesas falsas, retrocesos, golpes a la sociedad, impunidad, corrupción, leyes que atentan la soberanía, más pobreza y desigualdad… La Honduras sufrida, que debe volver a los valores

Tegucigalpa, Honduras 31 de agosto de 2021.- «La historia de Honduras se puede escribir en una lágrima»…

Así escribió el intelectual hondureño Rafael Heliodoro Valle, reconocido e ilustre escritor en América Latina.

Porque Honduras desde hace mucho tiempo se ha caracterizado por ser un país sufrido y golpeado.

Honduras celebra este 2021, 200 años de independencia al igual que Centroamérica cuando en 1821 logró su anhelada libertad.

¿Pero qué realmente celebramos?

En el año de la pandemia, Honduras se encuentra impactada por la pobreza, desigualdad, impunidad y corrupción en un alto nivel.

Como nunca antes vista, Honduras llega al Bicentenario a las puertas de unas elecciones que son un circo, con una polarización política de la sociedad y con la soberanía transgredida.

Llegamos al Bicentenario con el arrastre de promesas falsas de políticos que han hecho mucho daño al país, que ha tenido retroceso en materia de justicia, recesión económica, crisis social y con un aumento en el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional.

Son 200 años de muchos pendientes. Son 200 años de recuperación de muchas cosas que hemos perdido.

Esos valores de justicia, paz, respeto, equidad y libertad que tanto promovieron nuestros próceres o héroes que recordamos sus palabras y batallas y que si estuvieran, nos la recordarían:

«Hay pues algo imprescindible, algo más importante que los intereses materiales, que la utilidad del presente, y es el honor del país y los derechos del pueblo».

Así lo dijera el Soldado de la Patria, José Trinidad Cabañas, en este bicentenario que lo que menos se quiere celebrar es entre desigualdades, sangre y división.

O recordemos al General Francisco Morazán que con gallardía nos recordara:

«La grandeza de una patria no se mide por la extensión de su territorio, sino por la dignidad y honor de sus hijos».

Amamos a Honduras y debe estar siempre arriba, cobijada por sus hijos comprometidos, ya sean intelectuales, doctores, empresarios, maestros, campesinos, maestros, líderes de comunidades, movimientos sociales, pueblos indígenas y afrodescendientes, profesionales de distintas áreas, mujeres, jóvenes, niñas y niños orgullosos de su tierra.

¿Cómo podemos celebrar este Bicentenario?

Más comprometidos con la verdad y la justicia social, por esas bases fundamentales que son la educación, la construcción de la paz, el desarrollo, la ética y los derechos humanos, la convivencia y la recuperación del Estado de Derecho.

Ser como Ramón Amaya Amador cuando dijo que, «lo que más indigna al charlatán es alguien silencioso y digno».

O tan transparentes como Álvaro Contreras; que él mismo lo decía: «mis escritos son muy conocidos, porque son la copia de mi ser; las verdades que salen de mi pluma, no son esas verdades flemáticas de tardíos efectos, sino globos encendidos que calcinan la frente de los demagogos y de los tiranos».

O celebremos estos 200 años de verdadera independencia recitando algo de Alfonso Guillén Zelaya:

Vendrá la democracia,
no por mandato extraño, ni por divina gracia;
vendrá porque el dolor ha de unirnos a todos
para barrer miserias, opresores y lodos.

Un bicentenario oscuro.

Leave a Reply

Your email address will not be published.